Mijael…

Qué fácil sería escribir una biografía que al final de mis días terminara en un conjunto de nadería que conformaran algo parecido a una vida, mi vida, en  un libro polvoriento escrito por un aburrido burócrata y que resumiera mi existencia en algo así: Mijael Pineda, en sus 50 años de vida se lavo sus dientes 4568 veces, se  peino en 3203 ocasiones, camino 78934000 pasos y se ató las cuerdas de los zapatos 67893 veces.

Pero la vida no es tan fácil o aburrida como uno quisiera. Y si algunas personas dicen que la vida la crea uno mismo, están completamente equivocados. Cada uno elije acciones pero no están predispuestas a los deseos de cada quién. Por ejemplo, yo no escogí nacer un 15 de octubre y menos de 1987; mucho menos enamorarme a mis 17 años de edad o elegir las veces que me faltan por hacerlo, mucho menos en un mundo tan inhóspito como este en su continua decadencia. Aunque agradezco vivir en este México que a la vez esta lleno de belleza y esperanza.

       Pero bueno, se que hay muchas cosas que no quisiera hacer y otras que trataré de lograr. Tal vez a mis 19 años aun no he escrito una gran obra literaria que gane un pulitzer; y mucho menos he descubierto la cura contra el SIDA. Pero he aprendido a disfrutar de la vida, a crecer con cada paso y tropiezo, a amar y a que me amen, a vivir sin pensar tanto en la muerte, a llorar y a reír a sufrir y a gozar y poco a subir los peldaños de mi existencia que hasta ahora me han llevado de la mano con amigos y familiares hasta donde estoy, hasta la máxima casa de estudios, mi querida Universidad; con ganas de seguir mis sueños pasiones y más profundos deseos, esos deseos que carga este pequeño pero enorme personaje que algún día será más que ese puñado de naderías en las que muchos quedarán.